viernes, 21 de marzo de 2014

EPISTOLAR



Querido Hernán:

Me disculpo por haber estado tanto tiempo sin dar señales de vida. Soy una especie de monstruo épico si a estas alturas consigo mantenerme incomunicado del resto del mundo y, qué coño, me encanta.

La entrevista con L. está resultando muy productiva. Afortunadamente la he encontrado muy dispuesta a colaborar, siempre y cuando respetemos el anonimato de quien le ayudó a huir entonces, teme que le hagan la vida imposible y con razón: no me olvido que el asunto aún no ha prescrito. Por lo demás L. está muy cambiada. Sigue conservando férreos sus principios, pero la ortodoxia se le ha escurrido con la edad, de lo que me alegro. Que las demás la expulsaran del colectivo no tuvo que ser nada fácil de digerir. Ahora puedo decir que la veo feliz y tranquila. Aún no tengo ni idea de qué formato le voy a dar pero, como mínimo, resulta un reportaje interesantísimo y de absoluta actualidad. Espero que no lo termine demasiado tarde.

De Fischer no he vuelto a saber nada desde lo de Alicante. Tendré que contártelo algún día, pero he perdido el ritmo. Como diría F. ahora mismo estoy en el fondo del valle y las primeras rampas de subida siempre me agarrotan las piernas.

Saludos de mi señora.

PS. La muerte de Panero me conmocionó tanto como a ti, no hay tambores para hacerlo volver desde el reino de las sombras. Shit.

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