jueves, 3 de abril de 2014

UNA HISTORIA DE PAPELERA


A la misma hora en que yo llegué al mundo un martes de febrero, Bon Scott moría en Londres. Tal vez no fuese la misma hora exactamente, no controlo los husos horarios, pero hablamos de la misma madrugada en la que mi madre no llegó al hospital. El Simca familiar se quedó tirado en un arcén y allí mi padre le ayudó entre mareos y náuseas. Scott se durmió borracho en el R5 de un amigo y no volvió a despertar, ahogado en su propia arcada. Puede que ocurriese un poco antes o un poco después de que la cinta High Way to Hell se enredase entre los cilindros de la radio del Simca marrón que mi padre hubiera querido jubilar antes de que naciese. Pero no pudo, entonces no se cambiaba de coche así como así. La casualidad hizo que, la noche en que Bon Scott murió, yo naciera entre sus agudos, mientras mi madre pedía a gritos que alguien apagase la música. He dicho la casualidad, pero a lo mejor prefieres pensar que todo está predestinado.También esta historia basura. Pero el hecho es que, mientras mi cabeza surgía entre las piernas de mi madre, el cassette de un Simca escupía serpentina marrón y las guitarras se silenciaron entre estertores. Mi padre me contó esta historia de papelera cuando me regaló el CD de Back in Black para que lo escuchase en el coche. Brian Johnson sustituyó a Scott, el Simca hace tiempo que es chatarra, no sé qué fue de la cinta y el CD terminó rayado.
Hoy, 19 de febrero, cumplo treinta y tres años y también es martes. Nadie supo qué fue del R5 de Scott, me gusta pensar que descansa en el mismo desguace que el Simca. Es de noche, tengo una botella en la mano y mi coche está en silencio.

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