martes, 30 de julio de 2013

PERTURBAR AL TURISTA


En mi habitación
-donde me refugio atrincherado-
el calor ha empezado a derretir
los óleos del hotel Fénix.

He vaciado el minibar,
Steve Buscemi reparte más licor
recorriendo el pasillo,
pero yo no le abro
-no me gusta su eco nasal-.

Sobre la alfombra
Jackie Daniels
descansa vacío junto a míster Belvedere,
elevan sus vapores
hacia mi estómago y las sienes.
-¡Cierra la boca Stevie!-.

Espío a través de la persiana de rejilla
-primera línea de playa-,
nadie se refugia en mecedoras
de agua y sal,
sólo arena bajo las sombrillas,
el tumulto
está de camino.

Aguardo su llegada para abrir la puerta,
marcar los lienzos con los dedos
y pintarme la cara
-señales de guerra-.
Hay que perturbar al turista.

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