entre los huesos,
a través de la solidez del esmalte
y el tuétano aceitoso,
así huyo del futuro,
esperando la tierra mojada.
¿Qué seremos?
Harina en polvo para bueyes caníbales,
saciadores,
indigestiones para estómagos ignorantes
de paladear relojes.
Seremos comida basura entre sus jugos
gástricos,
sin perro blanco, ni toneles,
sólo magnas sombras.
¿De qué les servirán los pechos de silicona
si almacenan los relámpagos que les dan vida
envasados al vacío?
Serán como versos que atraviesan
cañas de hueso vanas,
sin nervios, acero, ni mantequilla.
No olerán más a tierra mojada.
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